Antes de sumergirnos en el amplio océano de las oposiciones, posiblemente ya conocíamos a alguien que había pasado por este proceso. Y, ¡menudos testimonios propios de novela de Stephen King!
En mi caso, mi familia se lamentaba diciendo: “Hija, el primo de fulanito lleva 24 años opositando y nada”, “Cariño, conozco a una chica que se le ha caído el pelo”, “¿De verdad te compensa perderte esas vacaciones?”, “Yo conozco a uno que le regalaron la plaza porque era el hijo de…” “Yo me estudié 22 temas y me entraron los 3 que no me sabía…”
La realidad es que, a veces lo consiguen. ¿No te ha pasado?
Hartos de escuchar una y otra vez que no seremos capaces o que es como si te tocara la lotería. A veces logran que nos despertemos apáticos. O que ni nos levantemos de la cama. Que no estudiemos nada ese día.
No te voy a mentir. Nadie te va a regalar nada.
Precisamente por eso es por lo que tienes que apretar más.
Hoy vengo a contarte cómo me ha cambiado la vida en un año.
A mí y a 52 personas como yo.
Hace un año estaba donde mismo estás tú hoy. Y, aunque la realidad es que no tendrás la oportunidad de demostrar cuánto sabes el año que viene, tendrás un año más para demostrar que puedes ser de los mejores en Andalucía.
¿Que si se puede? Durante mi preparación en OposicionesPG he descubierto lo que es la ansiedad, que una compañera se rompiera un tendón del brazo a tres meses del examen, pérdidas inesperadas, caídas de pelo, insomnio, pastillas para dormir, dudas, lamentos y mucha mucha angustia.
Me saqué la plaza.
Lo conseguí porque aposté ese año de mi vida. Con todas sus consecuencias. Para mí era suficiente con entrar en bolsa y trabajar. Eso ya es un regalo que no tiene precio.
A día de hoy recibo besos y abrazos diarios de personitas que te consideran fundamental en su vida, palabras y gestos que no se pueden comprar con dinero. Mensajes de padres y madres agradecidos por tu labor. Compañeros que valen oro. Una estabilidad económica y laboral que ya quisieran muchos. Muchos proyectos e ilusiones. Incluso colaboro con Pablo y su equipo.
Vas a pasarlo mal. Vas a querer abandonar. Vas a preguntarte muchas cosas.
¿Qué tal si cambiamos la perspectiva?
Cambiemos un: ¿De verdad merece la pena?
Por un: De verdad, merece la pena opositar.
Ana González Pallares
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