Está claro que la mayoría estamos familiarizados con el uso de la tecnología, la tenemos en casa, en el bolsillo e incluso en muchas ocasiones dependemos de ella. Sin embargo, durante el confinamiento, cuando la tecnología ha sido nuestra principal herramienta de trabajo, tanto familias como docentes nos hemos visto sobrepasados en algún momento.
Teledocencia. Horas de más, autoformación, descoordinación entre compañeros, disconformidad, inseguridad… Nosotros los docentes, hemos sabido sobreponernos a la situación pero no hemos podido controlar la calidad del aprendizaje que nuestros/as alumnos/as han adquirido. La brecha digital es claramente una de ello, pero la falta de formación también ha dificultado mucho el proceso.
Pero como todo, también tiene su lado positivo.
Gracias a esto, nos hemos dado cuenta de que hay que estar preparado para todo y que tenemos que hacer que nuestro alumnado sea lo más competente posible. Nunca sabemos a lo que nos vamos a tener que enfrentar y formarse debe ser una constante.
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“Busca lo bueno en cada experiencia”
Esto también nos ha hecho aprender. Nos hemos enriquecido y hemos buscado diferentes medios para atender a la diversidad, adaptarnos a diversas formas de aprendizaje, de contacto con compañeros, familias y alumnado, nuevas formas de evaluación, etc.
Ahora es el momento de aplicar todo esto a nuestra propia “nueva normalidad” del aula, donde aprovechemos cada herramienta usada para mejorar la práctica educativa y fomentar la autonomía de nuestros alumnos/as.
No dejemos que caiga en saco roto
Y sigamos beneficiándonos de las ventajas de las plataformas digitales durante las clases presenciales, y no acudir a ellas solo por necesidad.
Está en nuestra mano aportar flexibilidad, interactividad y versatilidad en nuestras aulas. Toma las adversidades como una oportunidad para aprender y mejorar.
Lo importante no es lo que ocurre, sino tu actitud ante ello.
Sandra Haro Caballero